Ivan Fernando González
Era la época de lluvias en Chiapas y la estrecha carretera obligaba a manejar despacio y con cuidado. Siempre a la espera de algún derrumbe escondiéndose tras la siguiente curva. Yo manejaba con la ventana abierta, con el aire fresco golpeándome la cara, y dándome una excusa para tener los ojos húmedos, llenos de lágrimas nunca derramadas.